Los ciclos, las estaciones del año, llevan implícito el sello de la dualidad: frío-calor, dentro-fuera, fresco-seco, verdor-pardusco… Y así como en el verano desaparecen los rigores del frío y el recogimiento, propios del invierno, se instauran, sin embargo, otra serie de inconvenientes vinculados con la normal apertura o expansión de esta época estival.
Desde el mismo solsticio veraniego y coincidiendo en el calendario con la celebración de San Juan, el firmamento llega a su punto álgido de luz, los cielos se muestran claros y abiertos y muchas estrellas acercan sus posiciones, como diría un poeta. Ahora los días son más largos, disfrutamos de más luz solar y anochece más tarde. No obstante, y de forma curiosa, comienza al tiempo el proceso inverso: el declinar progresivo de la claridad.
Muchas personas tienen la impresión de que el verano es la estación más corta del año, al contrario que el invierno, que perciben copioso y gélido. Otras, al contrario: en un suspiro deben renunciar a sus mantitas y el verano se les antoja largo y cálido. Pero, cronológicamente hablando, las estaciones posen idéntica duración. Es el cambio climático el que quizás esté desvirtuando nuestra vivencia natural de los ciclos. En general, los equinoccios, primavera y otoño, son antesalas o momentos de preparación de cada solsticio, verano e invierno. Tanto es así que durante la primavera pueden producirse «recuerdos» de la estación anterior: más frío, ventiscas, fuertes lluvias o nevadas, o bien «anuncios, augurios» de la siguiente: días tórridos y sofocantes como en verano. Asimismo, durante el otoño se dan días más calurosos (recordemos, por ejemplo, el «veranillo de San Miguel») y otros, por completo invernales, con verdaderas tormentas de agua-nieve. Por tanto, el transcurso de estos periodos es similar, seis meses (aproximadamente) de bajas temperaturas y otros seis más templados. Sin embargo, nuestra percepción, lo que nosotros vivenciamos, es subjetiva y es, en suma, lo que importa.
Según la filosofía de la Medicina Tradicional China, el verano es la estación de máximo esplendor. La naturaleza se halla rebosante de actividad y los frutos comienzan a madurar. Ahora el astro rey calienta, eleva y su energía asciende con ímpetu. Es una época donde, en general y si el calor no es agobiante, podemos sentirnos pletóricos de vitalidad y entusiasmo, con ganas de relacionarnos, compartir y de disfrutar de la vida. Se asocia con el elemento «Fuego» porque refleja el brillo y la fuerza del sol. Y con el órgano «Corazón», considerado el «Emperador» del cuerpo, porque lleva el control del resto. El aumento de luz, movimiento y calidez resalta la emoción «alegría» que se deposita en el corazón. Mente y corazón, entusiasmo y fuego nos inducen a la apertura como empujes necesarios para que toda acción prospere y culmine. La energía se mueve por los brazos. No en vano el color que representa esta época del año es el rojo, vinculado a la energía, fluidez, tibieza, vitalidad y a la pasión amorosa.
Para la Medicina Ayurveda, que está basada en profundos principios y vivencias del milenario Hinduismo, existen las constituciones principales o doshas. Éter, aire, fuego, agua y tierra se manifiestan en el cuerpo humano como tres principios básicos o humores conocidos como TRIDOSHAS, llamados: Vata, Pitta y Kapha.
Éter + Aire = Vata
Fuego = Pitta
Tierra + agua = Kapha
Como el estío es la estación en la que el sol está más alto, intenso y caliente, las cualidades de Pitta (Fuego) predominarían en esta época del año. Así que el aspecto de nuestra naturaleza Kapha, que había alcanzado su punto culminante en mayo, comienza a disminuir de manera espontánea. El estado de ánimo se eleva cuando llega el buen tiempo. Queremos salir y disfrutar.
Para gozar plenamente de la estación de Pitta, debemos equilibrar este dosha en nuestra naturaleza. Un principio fundamental del Ayurveda es: «mas de lo mismo, aumenta lo mismo», es decir, lo igual se potencia pudiendo llegar a agravarse. Por tanto, para armonizar un dosha en su propia estación y evitar su agravamiento, debemos tener en cuenta una alimentación adecuada a la estación y promover actividades, acciones y actitudes que contribuyan a la prevención de desequilibrios para la salud. Hacer caso omiso de las leyes naturales conduce a la enfermedad. Vivir de acuerdo con la ley natural, trae el pleno apoyo del poder curativo de la Naturaleza que se basa en el crecimiento y desarrollo de todos los seres vivos. Esta es una de las lecciones básicas de la vida y un principio rector de la Ayurveda.
Dos de los principales atributos de Pitta son: intenso y caliente. En la estación Pitta estos atributos tienen mayor presencia en la naturaleza y, por ende, contribuyen a aumentar nuestro propio Pitta. Para mantener en equilibrio nuestro organismo, tanto a nivel físico como emocional, en el Rutucharya (rutina estacional) para la estación de Pitta deberemos apaciguar su intensidad y bajar su calor, sobre todo en aquellas personas cuyo dosha predominante sea Pitta.
Hay órganos en el cuerpo donde predomina pitta (estomago, hígado, piel, ojos y corazón) y estos merecen una atención especial en verano.
El estómago y el hígado se mantendrán equilibrados, eligiendo los alimentos apropiados para pitta: bebidas frescas con poco gas, verduras de hoja verde, hortalizas, en general, amargas y astringentes, cereales astringentes, legumbres con moderación, frutas dulces y muy acuosas, sobre todo melón y sandía; y como cítricos el limón. Hay que cuidar, especialmente en esta época, el buen funcionamiento de nuestro tránsito intestinal con una alimentación adecuada y muy suave. Asimismo y pese a lo saludable de exponerse a los primeros rayos del astro rey, que nos aportan la benéfica Vitamina D, debemos proteger nuestra piel en las horas de sol intenso y utilizar siempre unas gafas de sol que protejan nuestros ojos. El corazón se alivia intentando disfrutar de la vida, de las salidas, el buen tiempo y los amigos.
Favoreceremos el equilibrio de Pitta y una buena salud en Verano si:
- Descansamos en las horas de más calor (de la misma forma que en invierno nos refugiamos del frío).
- Salimos más y disfrutamos de la Naturaleza cuando el calor haya aflojado.
- Estamos en contacto, siempre que podamos, con el agua: nadamos, paseamos por la orilla del mar o del río, nos duchamos con agua fresca dos veces al día, etc.
- Nos sentamos en un sitio fresco y, simplemente, observamos.
- Disfrutamos en plenitud de los espacios abiertos.
Pese a todo, muchas personas viven este periodo con una influencia emocional poco deseable. Y así, el entusiasmo, la vitalidad, la simpatía, la cordialidad («cor-cordis=corazón»), la extroversión, las ganas de vivir, de relacionarse o comunicarse, se pueden nublar o eclipsar por otros estados emocionales más desequilibrados como: excitación desmesurada, ansiedad, estrés, insatisfacción, inquietud, apatía, desinterés, depresión e insomnio. A los caracteres de tendencia introvertida no les resulta nada fácil combinar esta mayor apertura y expansión con su estar natural.
En verano pasamos más tiempo en el exterior. El exceso de estimulación y la euforia que lo acompaña pueden desembocar en situaciones puntuales de insomnio o cronificar el que ya existía. Pero la naturaleza siempre acude, espléndida, en nuestra ayuda. El castaño blanco es un árbol de frondosas ramas y generoso abrigo. Cuando uno se encuentra cerca de él, apetece descansar y echar una cabezadita. Abrazar su tronco transmite una paz indescriptible. La energía reparadora y distendida del blanco, que nos invita al recogimiento, frente a la estimulante y vital del rojo, que nos seduce para el movimiento y la acción.
El Doctor Bach destiló su esencia: White Chestnut (Aesculus Hippocastanum) para tratar fundamentalmente los problemas de falta de sueño por una mente en continua actividad. Indicada en especial para personas atormentadas por ideas insistentes, pensamientos tenaces y repetitivos que giran en la cabeza en una especie de círculo obsesivo. Lo mejor de esta esencia es que, tomada durante las horas de vigilia, relaja, igual que si nos encontráramos sentados al pie de un castaño blanco. Y por la noche induce a un sueño reparador.
«En el estado White Chestnut negativo, el individuo es víctima de una mente hiperactiva que se impone sobre todos los demás componentes de la personalidad»
(M. Scheffer).
Puedes adquirirla en los herbolarios y en algunas farmacias. Una hora antes de irte a la cama, te preparas una tisana a base de tila, hierbaluisa, regaliz y melisa; la dejas reposar y cuando esté tibia añades dos gotas de White Chestnut. Si te despiertas a media noche, puedes poner otras dos gotas en medio vaso de agua mineral y beberlo a sorbitos. También puedes optar por un preparado personalizado, que incluya esta esencia, si tienes otros problemas además del insomnio. No dudes en consultarme si lo necesitas: consultas@tuespacioparasanar.com
¡Feliz verano para todos desde Tu Espacio para Sanar!
Autor de esta entrada: © Mar Cano. Psicóloga de «Tu Espacio para Sanar-Psicología Alternativa», Logopeda y Escritora.
Imágenes: gentileza de «Google Imágenes», desconocemos sus autores.
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