La Autoestima, Las Redes Sociales Y El Autocuidado

A estas alturas casi todo el mundo sabe qué son las redes sociales, hasta la persona más ermitaña y apartada del mundanal ruido. Un dispositivo, conexión a la red de redes y los dedos para escribir y tocar los iconitos que mantendrán en forma el ego. Y una intención tricotómica: me gusta-me flipa-me abstengo. Los comentarios, las breves líneas que acompañan a una publicación virtual, marcan el rumbo de una autoestima inflada de forma artificial o de un estado de ánimo depresivo. Sentirse validado u ofendido. Es muy fácil, y todo sin moverse del sofá o mientras bajas en el ascensor.

La RAE define la autoestima con seis palabras: “Valoración generalmente positiva de uno mismo”. Por tanto, si nos sentimos valorados y validados por los demás, la autoestima se mantendrá más o menos a flote. Es decir, existe una dependencia de la opinión de los otros para que te valides, te califiques positivamente y te valores.

Pero, ¿qué ocurre cuando no hay input ajeno o, peor, cuando el otro te lanza una flecha ofensiva en algún comentario virtual quedando expuesto para el gran público?

Un gran número de famosos, personas muy mediáticas de esta época del escaparatismo virtual, ya han sufrido los consabidos latigazos verbales que les han obligado a cerrar o bloquear sus cuentas, blogs, páginas y aplicaciones. Algunos han sufrido graves depresiones y otros, incluso, se han tenido que retirar por un tiempo de este circo virtual del trending topic. Y lo que es aún más grave, las estadísticas de muerte por suicidio, sobre todo en adolescentes, se están disparando en los últimos años de forma exponencial. El cibersuicidio, entre la población adolescente y más joven, engrosa las listas de fallecimientos superando incluso las de muerte por enfermedad o accidente.

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el suicidio fue la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años en el 2016. Cerca de 800.000 personas se quitan la vida cada año. Los expertos aseguran que las redes sociales deben ser herramientas de ayuda, y no escenarios en los que las personas se inflijan más sufrimiento del que ya contiene la vida en sí misma. El inminente desarrollo y potenciación de las nuevas Tecnologías de la Información y la comunicación (TIC) está generando diferentes formas de relacionarnos, pero también altas dosis de estrés, angustia, ansiedad y desolación.

A lo largo de todos estos años de trabajo he podido constatar como la raíz de una autoestima muy dañada se nutre de un sistema de logro desregulado por un exceso de activación general. Pacientes con una motivación y una competitividad descontroladas, con un claro desequilibrio en sus impulsos por conseguir mucho más de lo que necesitaban. Y una fuerte adicción a los incentivos que cambiaba la dopamina (placer) por adrenalina y cortisol (estrés, miedo, ansiedad). Es decir, su autoestima se había vuelto dependiente, esclava de un claro outsight social.

Psicólogas como Jennifer Crocker (2008) afirman que trabajar la autoestima es ahondar en el egosistema o motivación dirigida por el ego:

La motivación del egosistema, el deseo de construir, mantener, proteger y mejorar las imágenes positivas del yo, subyace en gran parte del comportamiento humano (Crocker, Nuer, Olivier y Cohen, 2006).  (…) Las metas del egosistema son motivadoras pero costosas para el aprendizaje y el crecimiento, las relaciones y el bienestar. Propongo una alternativa: la motivación ecosistémica, en la que priman las necesidades de los demás, en un marco de no suma cero. Este marco sugiere irónicamente que cuando las personas dan prioridad a apoyar y tener compasión por los demás, es más probable que satisfagan sus propias necesidades fundamentales y experimenten un mayor bienestar.

 Para contrarrestar la tendencia al egocentrismo, a una autoestima dañada por un logro desmesurado o mal interpretado, las “terapias compasivas” de Mindfulness proponen el cultivo de la compasión: una actitud que tiene sus raíces en lo que experimentamos cuando nos ponemos en el lugar de otra persona que sufre y sentimos deseos de ayudarla, y no pena por ella.

Por tanto, podemos elegir trabajar el autocuidado, en lugar de seguir alimentando una autoestima que no nos ofrece ninguna protección frente a una época egocéntrica. Con nuestro autocuidado compasivo profundizamos en el ecosistema o en una motivación más prosocial y no tanto dirigida hacia una-o misma-o. La predominancia de la motivación por el ecosistema ofrece ventajas, no solo para el grupo sino también para el individuo, ya que mejora la salud física y psicológica.

Investigaciones recientes apuntan que cuando las personas tienden a buscar no sólo su propio interés, sino también el respeto, el apoyo y la compasión hacia los demás, paradójicamente consiguen una mejor satisfacción de sus propias necesidades fundamentales y experimentan mayor bienestar. Como afirma Crocker (2008), las metas de un egosistema basado en el cultivo y ensalzamiento únicamente de la autoestima son motivadoras pero costosas para el aprendizaje, las relaciones y el bienestar.

 En el budismo se usa la analogía de las dos flechas (Sallatha sutta). La primera flecha, dice, es la flecha del dolor. Es inevitable. El dolor es inevitable, sea la agonía de un insomnio, el dolor de las lumbares o el descontento de no haber pasado el examen de conducir. O el dolor que conllevan todas las pérdidas intrínsecas a nuestra impermanente vida humana. Pero usualmente solemos dispararnos una segunda flecha: la flecha de nuestra reacción a la primera flecha. Tan pronto como hacemos eso creamos más sufrimiento para nosotros mismos y los demás. La primera flecha es el «sufrimiento/experiencia primaria»: el dolor físico, las pérdidas o las circunstancias estresantes. Nuestra actitud de no-aceptación o la manera habitual con la que nos relacionamos con la primera flecha genera la segunda flecha o «sufrimiento/experiencia secundaria»: todas nuestras reacciones habituales ante estas experiencias difíciles (primera flecha), como son la tensión física, la ansiedad o pensar de forma negativa (segunda flecha). La CFT (Terapia Centrada en Compasión de Paul Gilbert, 2015), aún va más allá y afirma que, además, existe una tercera flecha: la que nos clavamos cuando pensamos/sentimos (autocrítica, culpa, vergüenza) que hay algo malo en mí porque me he dejado alcanzar por las otras dos flechas.

Por tanto, el escaparatismo, la adicción a los likes, el lucimiento y postureo virtuales pueden acabar socavando lo que sentimos por nosotros mismos, todo ello producto fundamentalmente de una motivación dirigida por el ego (egosistema), así como de una desregulación de nuestros logros personales, valores más arraigados y una clara ausencia autocompasiva.

El mindfulness (el auténtico, no el de escaparate) y el autocuidado nos ayudan a encontrar maneras de convivir con las tres flechas. Aprendiendo, con aceptación y amabilidad, a estar despiertos en el momento presente; incluso si incluye dificultades, de modo que tengamos más libertad de elección acerca de cómo responder dentro de una experiencia más amplia para intentar vivir con más ecuanimidad y estabilidad emocional.

Una autoestima sana es aquella que se nutre de una motivación de logro equilibrada y justa, de una activación normal en la búsqueda de aquellos recursos que nos ayuden a poner en valor lo verdaderamente importante. Que nos encamine a dirigir nuestra vida hacia unos valores que la colmen de sentido y trascendencia, para nosotros y para la humanidad con la que compartimos planeta. La determinación de seguir nuestros valores por encima de las amenazas que sentimos puede ser un primer paso hacia el bienestar, la calma y el autocuidado.

Autora de esta entrada: ©Mar Cano Montil. Psicóloga. Máster en Terapias Contextuales y de Tercera Generación: Mindfulness, CFT y Bienestar Emocional. Niñxs Altamente Sensibles. Creadora del Programa PRINEP-M: «Programa de Inteligencia Emocional Plena adaptado a la Menopausia». 

Escritora a tiempo parcial (demasiado parcial ;)). 

Advertencia: las imágenes de esta publicación han sido extraídas del banco de imágenes de Google. Si el autor/es no estuvieran de acuerdo con su inclusión, les rogaríamos nos lo hicieran saber a la mayor brevedad: consultas@tuespacioparasanar.com. Gracias.

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