Estuve varios años en terapia con Mar. Fue duro pero muy fructífero. Era una época de mi vida llena de cambios y dudas; ella me ayudó a tomar mis propias decisiones, hizo que confiara en mí misma y sacara las fuerzas suficientes para coger las riendas de mi vida. Siempre la estaré eternamente agradecida por aquel bonito y duro trabajo que hizo conmigo. E.A.
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Mi nombre es Pedro Gutiérrez. En Agosto de 2011 comencé a notar, tanto psíquica como físicamente, que no era yo mismo. Sentía mucho miedo a morirme, sufría constantes ataques de ansiedad y casi todas las noches me despertaba sobresaltado y no volvía a dormirme por miedo a no despertar. Mi familia y mi entorno notaron también que yo no era el de siempre. Mi mujer se puso en contacto con Mar, que es cliente de la farmacia en la que ella trabaja, y acudí a su consulta. Después de una valoración previa, comenzamos a trabajar con sesiones de relajación, para continuar con una terapia de autoconocimiento. También me recomendó tomar algunas flores de Bach. Después de varios meses de trabajo, conseguimos que volviese a ser yo mismo, y que ante momentos de crisis, pudiese responder sin tener que alarmar o depender de nadie. Mar observó que ya estaba preparado para seguir con mi vida y gracias a su ayuda ¡volvíamos a vivir otra vez!
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Empecé la terapia con Mar en septiembre de 2007 y duró alrededor de un año. El motivo fue una ruptura sentimental muy dolorosa para mí tras una relación de casi diez años con una mujer, me sentía totalmente desconsolado y deprimido. El trabajo incluyó terapia biográfica, así como algo de terapia artística; también me recomendó ciertas flores de Bach que me ayudaron a catalizar y poder expresar mejor mis emociones. Mar me ayudó a concebir todo como un proceso, paso por paso. Recuerdo que me mandaba ejercicios todas las semanas, así como lecturas. Ahora veo que me hizo ser partícipe del proceso como si de un programa con una meta definida se tratase. Poco a poco te empiezas a sentir mejor, según avanzas y vas haciendo ejercicios, siguiendo las instrucciones de ella yo sentía que iba consiguiendo logros muy importantes. Por ejemplo, recuerdo que un ejercicio era ir pintando, paso a paso, imágenes simbólicas de «muerte-renacimiento», como el desarrollo de una semilla desde que la plantamos hasta que brota el fruto. Poco a poco fui mejorando, pero el trabajo es todo tuyo y el psicólogo es sólo un guía, no puede ponerse en tu piel por muy empático que sea. Te ayuda a no perderte o recrearte demasiado en tu dolor, a progresar y a que no queden heridas emocionales sin cicatrizar…
Cuando terminé la terapia con Mar, un año después, me sentía realmente bien, pletórico y lleno de vitalidad. De hecho, fue en ese momento, cuando te encuentras tan bien y emanas energía positiva, cuando conocí a mi actual pareja, haciendo verdad esa ley de «similia similibus attractur.» Considero que Mar hizo un buen trabajo y que es una buena profesional. Alberto S. S.
Conocía a Mar y mi hijo Jorge pasó por una situación difícil que nos llevó a consultarla… Y la verdad, es lo mejor que he hecho en mi vida, porque gracias al trabajo conjunto de mi hijo con Mar, en poco tiempo se solucionó el problema. Fue muy respetuosa con él y en todo el tiempo que duró la terapia me supo dar tranquilidad como madre. Mar es una persona maravillosa, que sabe llegar a ti de una manera natural. Y como profesional, no tengo palabras… Y a todo ello he de agradecer su honestidad. Sinceramente la he recomendado a toda la persona que he sabido que necesitaba ayuda, porque sé que en ella van a encontrar la solución al problema. Siempre le estaré agradecida…Namasté _()_
Ana.
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Me encontraba derrotado cuando conocí a Mar. Padecía trastornos muy molestos en el cuerpo y los médicos no habían visto nada. Con el paso de los días la situación se agravaba y en el trabajo ya me habían advertido varias veces. Incluso mi jefe me llegó a sugerir que me pasaban cosas de marica. Me sentía tan mal que hasta llegué a pensar en quitarme de en medio. Busqué un psicólogo “especial” y apareció Mar. Después de analizar la situación y varias entrevistas, me diagnosticó “Alta Sensibilidad”, me dijo que yo era un PAS: persona altamente sensible y que casi todas las cosas “raras” que me pasaban eran por esta condición. Me explicó detalladamente por qué me sucedían esos síntomas y me ayudó a entender mi tristeza y desesperación. Me dijo algo muy bonito, que nunca olvidaré: debíamos recuperar al “jinete” para que cogiera de nueva las bridas que enderezarían el “caballo” nervioso y desorientado. Me llenó de felicidad, orgullo y paz entender que la Alta Sensibilidad, cuando nos hace sufrir, es como una antena que capta mal la emisora. Por eso mi trabajo con Mar consistió en manejar ese dial para buscar la sintonía adecuada. Incluso me puso en contacto con otra terapeuta que manejaba grupos de PAS. Solo puedo decir que mi vida empezó después de todo el trabajo que hice con ella y de que me ayudara a aceptar mi especial condición. Creo que muchas personas PAS, que aún no saben que lo son, deberían conocerla.
H.P.