Comenzamos el año 2014 con esta segunda entrega dedicada a comentar «Focus», el último libro de Goleman, que se centra en la facultad de la atención, como ya saben nuestros lectores.
Uno de los temas más interesantes que aborda el autor en el libro es la «dinámica de sistemas», en relación con la toma de decisiones. Las empresas y los grandes organismos gubernamentales han basado su funcionamiento en un análisis superficial de la realidad, ignorando las consecuencias de su actividad en el entorno —tanto humano como natural— a medio y a largo plazo. Como antídoto para este «andar a tientas», muy relacionado con posturas egoístas de los dirigentes y con la sensación de que los recursos de los que nos provee el planeta son inagotables, aparece el análisis de la dinámica de sistemas. No es una disciplina nueva; sin embargo, en esta época en que todo comienza a estar conectado a través de las redes de información, se pueden recabar muchos datos en períodos menores de tiempo y analizarlos con poderosas herramientas informáticas.
Para que los lectores sepan de qué habla Goleman, la humanidad moderna se enfrenta a escenarios de evolución impredecible, casi catastróficos, debido a que los elementos involucrados en dichas situaciones son muchos, y lo que es peor, la importancia relativa de cada uno de esos factores respecto a los demás, así como su mutua relación, es prácticamente inaccesible a la conciencia humana. Son sistemas tan complejos que solo podemos entrever superficialmente su evolución o cómo pueden afectar a la vida humana. Ejemplos de este tipo de sistemas: las epidemias víricas (pandemias globales), el clima afectado por la influencia de la actividad humana, la economía… Aunque en la actualidad, gracias a modelos informáticos muy sofisticados, comienza a vislumbrarse cómo se comportan.
Hoy en día, sin embargo, este campo está recibiendo nuevas aportaciones. No basta con los modelos de predicción del comportamiento de los sistemas, ni tampoco con la recogida de ingentes cantidades de datos. El factor humano es decisivo y aparece como algo muy importante. Las personas que reciben los análisis de datos de estas herramientas son las que marcan la verdadera diferencia. La experiencia vital acumulada de una persona experta, puede descubrir «patrones» dentro del volumen de datos ininteligible y sugerirle indicios que revelen alguna explicación o relaciones que, de otra manera, pasarían desapercibidas.
John Sterman, que ocupa la cátedra Jay Forrester en la Sloan School of Management del MIT, habla de «ceguera sistémica» en relación a pasar por alto la importancia de todos los factores, prestando atención sólo a aquellos que tradicionalmente se han tenido en cuenta. Sterman afirma que los llamados «efectos colaterales» en realidad no existen, tan sólo hay efectos a secas, cada uno de ellos con su influencia. Un ejemplo: actualmente la industria del automóvil parece volcada en la promesa del coche eléctrico, empeñada en cumplir el objetivo de «emisiones cero» de los vehículos. Sin embargo, aunque los coches eléctricos no produzcan gases tóxicos, ¿de dónde procede la electricidad con la que se cargan sus baterías? Incluso, en el caso de que esta energía se produjese a través de granjas de paneles solares, su fabricación produce unos consumos energéticos y unos residuos que se han de valorar, antes de llegar a la conclusión de que el coche eléctrico es la panacea que nos va a salvar.
Nos cuesta mucho plantear o entender el efecto progresivo que el cambio climático produce en la evolución de los sistemas relacionados, debido a que nuestra percepción está muy anclada en el día a día, en el transcurrir de breves períodos de tiempo. Es decir, los problemas que están provocando estos cambios nos pasan, en el presente, desapercibidos. El futuro horizonte de sucesos resulta tan alejado a nuestra conciencia que no somos capaces de plantearnos el realizar cambios aquí y ahora.
De nuevo acude en nuestro auxilio la capacidad que proporciona el estado de atención despierta, para analizar las situaciones, descartar los datos superfluos y subrayar los verdaderamente importantes. Debemos despertar nuestra conciencia como consumidores; tratar de averiguar la huella ambiental y humana que producen los productos que consumimos, para descartar aquellos en los que no se hayan contemplado los recursos consumidos durante su fabricación, o las condiciones laborales de las personas que participan en ella.
Resumiendo, Goleman aboga por incluir en los planes de estudio asignaturas relacionadas con el análisis de sistemas, más ahora que la marea constante de la información que proviene de la abundancia de fuentes digitales, muchas veces superflua, amenaza con ahogarnos.
Otro interesante tema que el autor aborda en el libro es el de la empatía, una aptitud que cada vez resulta más necesaria en muchos ámbitos y que está profundamente relacionada con la práctica de la atención.
La empatía es la facultad de percibir al otro, a la persona que tenemos delante, de ponernos en su lugar y de sentir sus emociones. La empatía puede conocer muchos grados, de hecho Goleman habla incluso (para nuestra sorpresa, pues es un tema muy delicado para las huestes científicas), de un grado de empatía emocional que permite, a los que lo poseen, «sentir» lo que otra persona está «sintiendo en su cuerpo»; es decir, ¡son personas capaces de sentir en sus vísceras a los demás!
Nos cuenta varios casos de gente tan sensibilizada con la observación empática de las señales que «emiten» los demás, que con muy poco esfuerzo son capaces de extraer rasgos principales de la personalidad o del comportamiento del otro. Y este «don» es quizá una desgracia para ellos ya que, debido a esta habilidad, pueden terminar convertidos en parias sociales junto a los que nadie desea estar. En estos casos, la alternativa para estas personas está en desarrollar la capacidad de aislar sus experiencias, descartando el «ruido» y centrando su atención en los estímulos importantes. De esta forma aprenden a enfocar sus habilidades empáticas.
Goleman también nos habla del polo opuesto: la falta de empatía, sobre todo ligada a ciertas profesiones. Por ejemplo, cita el caso de los médicos, que debido a su quehacer tratan con el sufrimiento ajeno de forma diaria. Algunos escogen aislarse y no implicarse con el paciente. Sin embargo, en la actualidad se ha demostrado que los profesionales que muestran frialdad y falta de implicación ante las circunstancias de sus pacientes, no son eficaces cuando se evalúa el resultado de sus tratamientos. Es muy sencillo: el desinterés que muestra el médico por su paciente puede actuar como un bloqueo para éste, que le impida llevar a cabo las indicaciones recibidas.
Para Goleman, la solución radica en la práctica de la atención enfocada. Gracias a ella resultará posible percibir las circunstancias y el sufrimiento del paciente, y a la vez, aislarnos en cierta medida de ellas, centrándonos además en los aspectos cruciales para la praxis médica. William Osler, el padre de la formación médica residencial, recomendaba a los médicos asumir una actitud de «preocupación desapegada».
De nuevo, volvemos a recalcar la importancia de incorporar en los programas de estudios formación para tener en cuenta estos aspectos tan importantes. La doctora Helen Riess, del Hospital General de Massachusetts, ha puesto a punto un programa formativo para médicos internos y residentes, de cara a sensibilizarlos ante este tema. Los médicos que aprenden a practicar la empatía usando la atención concentrada obtienen valoraciones mucho más satisfactorias de su labor por parte de los pacientes. La doctora Riess, afirma que es una falacia que un trato de este tipo se salga del tiempo y de los recursos que un médico puede dedicar a cada paciente, porque a largo plazo, incluso, puede ayudar a economizarlos.
Nos han quedado en el tintero varios aspectos interesantes de los que trata este libro. Pero debido a otros temas que deseamos presentaros en breve y que nos van a ocupar su tiempo, recomendamos a los lectores interesados la lectura de este libro, ya que se trata de una fuente valiosa e inspiradora para pensar en los temas de actualidad que nos rodean. Nosotros, en Tu Espacio para Sanar, seguiremos de cerca la obra y los trabajos de David Goleman.
Autor de este artículo: JuanC.
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