Un niño altamente sensible (NAS) nace con un sistema nervioso característico que hace que sienta todo lo que le rodea de una forma más intensa. En la mayoría de los casos, los menores lo manifiestan en su comportamiento y a través de sus emociones. No es una enfermedad, es un rasgo de personalidad, pero si este aspecto se desatiende, sí puede dar lugar a una serie de dificultades y trastornos, tanto en la infancia como en la vida adulta.
“Perciben los estímulos de forma más intensa que el resto de niños, y también procesan más información en las situaciones nuevas. Por ejemplo, lo manifiestan en contextos sociales, con sus primeras interacciones con iguales. En clase, cuando hacen uso de factores cognitivos, como la atención o la expresión de su creatividad.” Manuela Pérez Chacón, presidenta de la Asociación Española de Profesionales de la Alta Sensibilidad (PAS España).
Existen claros indicios o detalles que nos pueden conducir a afirmar que se trata de un niño altamente sensible: molestias hacia algunos tejidos, no soporta los ruidos, o el hecho de que ciertos olores le resulten insoportables, por ejemplo.
Cuando me presentaron a C., de 7 años, los padres me mostraron un informe psicológico que afirmaba que C. «padecía» un TDA con Hiperactividad, siendo este último factor el desencadenante para pedir ayuda. Los padres definían a C. como un niño muy imaginativo y muy inquieto «todo el tiempo». La madre había observado que C. se tapaba los oídos cuando su padre veía películas en un equipo de alta fidelidad. Se encerraba frecuentemente en su habitación donde permanecía un tiempo algo más tranquilo. Los padres, desesperados, aportaban que C. «se quejaba de casi todo»: de que las sábanas le rascaban, del perfume que se echaba su madre y, además, no quería quedarse a comer en el colegio porque «se ponía enfermo y vomitaba con el olor que salía de la cocina». La profesora había informado a los padres de comportamientos disruptivos en C. y de su dificultad para entablar relaciones con otros niñ@s. Pero, sobre todo, C. no paraba de moverse, interrumpir, molestar, correr de aquí para allá cuando no estaba en su cuarto, etc. Tenía un hermano 2 años mayor y una hermana de 4, por la que mostraba celos en muchas ocasiones…
Hay cuatro factores esenciales que podemos observar en un NAS:
- La profundidad de procesamiento cognitivo o dar vueltas a los mismos pensamientos y a llevar a cabo un análisis profundo de éstos. Característica que puede derivar en un inicio de TOC si se vincula con otros problemas de ansiedad en el pequeño.
- Gran intensidad en cada una de sus emociones: las Rabietas, por ejemplo, suelen ser más intensas y se puede pensar de forma errónea en un TND o TOD.
- Sensibilidad hacia las sutilezas (olores, tejidos, sonidos, ciertos sabores…)
- Fatiga por saturación y sobreestimulación.
Aparte de estas características, necesarias para determinar si un niñ@ posee el rasgo de la alta sensibilidad, existen también otras más generales:
==> Suelen manifestar a través de la piel el estrés físico y emocional (dermatitis atópicas, eccemas, granitos, etc.)
==> Pueden sentirse muy afectad@s/asustad@s por los ruidos y especialmente con aquellos inesperados.
==> Las luces brillantes pueden ser un estímulo excesivo para los NAS creando la necesidad de apartarse o de regular su exposición.
==> En el plano emocional: viven de manera intensa las decepciones, son muy inestables y les cuesta mucho más aprender a regular la intensidad de sus emociones; lo que puede derivar en un diagnóstico erróneo de los TEA.
==> Una alta creatividad suele estar presente en los NAS.
==> Pueden presentarse a priori (confundirse) como niñ@s tímid@s o introvertid@s, pero no tiene por qué ser un rasgo que les caracterice. La extroversión y espontaneidad también es terreno de los NAS.
==> Prefieren relacionarse con sus iguales desde un punto de vista colaborativo más que competitivo.
Realicé las primeras sesiones con C. con una música muy suave de fondo. En los cincuenta minutos que duraba la sesión, C. no se mostró inquieto en ningún momento, al contrario, fue receptivo y parecía disfrutar con las pruebas; sobre todo con aquellas en las que tenía que pensar, poner en juego sus destrezas cognitivas, y en las que tenía que dibujar. Fue el test de Alta Sensibilidad para niñ@s (https://pasespana.com/test-ninos-altamente-sensibles) el que confirmó mis sospechas iniciales: C. no era hiperactivo, era un niño con alta sensibilidad. Cuando sentí que se había forjado un buen vínculo terapéutico con C., alargué las sesiones a una hora y comencé a trabajar conjuntamente con los padres, además de facilitar pautas a otros adultos que se relacionaban con el pequeño, como profesores, otros familiares y la chica que cuidaba de C. y sus hermanos cuando los padres no estaban…
No es una enfermedad
La Sensibilidad de Procesamiento Sensorial no es un trastorno que se deba subsanar, es un rasgo de personalidad que se debe atender en función de las necesidades que puedan ir surgiendo.
“Desde edades tempranas puede descubrirse la alta sensibilidad. Parece ser un rasgo innato. Se puede manifestar con llamadas de atención o berrinches. También pueden mostrar altas capacidades intelectuales en algunas áreas del desarrollo del menor. Por ejemplo, un bebé al sentirse incómodo ante la aspereza de una sábana puede llorar desmesuradamente.” Manuela Pérez Chacón, presidenta PAS España.
Es importante que tengamos en cuenta que estos niños pueden demandar más tiempo de contacto físico con su madre, pareciendo que son más dependientes o vulnerables. También se les ha diagnosticado de forma errónea dentro del espectro del TDAH, ya que dan la idea de «estar en su mundo» sin prestar atención al entorno, cuando la realidad es que se sienten felices con el juego imaginativo en soledad.
En general, observamos en estos niñ@s características poco habituales y que suelen llamar la atención de padres y profesores. Pero no siempre resultará sencillo el diagnóstico. Se habla de los 3 años como edad orientativa para realizar algún tipo de valoración psicosocial.
Las investigaciones sobre la calidad de la crianza en estos menores, llevadas a cabo por Michael Pluess, establecen que si la alta sensibilidad no es tratada adecuadamente puede aumentar las probabilidades de padecer depresión y ansiedad del individuo en su etapa adulta.” Manuela Pérez (PAS España).
Existen muchos trastornos relacionados con enfermedades o problemas derivados del estrés, inducidos por una mala gestión del rasgo. Se observa una abundancia de casos que presentan otras dificultades asociadas como: ansiedad, estrés, fobias, TOC, enfermedades autoinmunes, etc.
Otros riesgos de no atender desde edades tempranas este Rasgo de Personalidad podrían conducir a:
- una incapacidad para regular-gestionar su mundo emocional y sus estado de ánimo,
- la rumia y los pensamientos persistentes propios del TOC
- una depresión mayor
- todos los trastornos derivados del estrés crónico: ansiedad, fobias y aislamiento social.
Sin embargo, una correcta orientación y el fomento de sus Fortalezas, Dones y Habilidades les ayudarán a convertirse en adultos sanos con un mayor talento creativo para servir a la sociedad.
Tras cuatro sesiones de Psicoeducación con los padres, en las que trabajamos de forma proactiva en la gestión emocional de toda la familia, es decir, intrapersonal con el propio C. e interpersonal -o cómo se relacionaba C. con su familia y otros adultos del entorno próximo-, C. se mostró cada vez más relajado y colaborador en todas las actividades propuestas para casa. La profesora dijo a los padres que «C. parecía otro»: estaba comenzando a hacer amigos y permanecía más tiempo en su asiento y mucho más atento a las explicaciones…
En el caso de que un profesional confirme que el pequeño presenta el rasgo de «alta sensibilidad», su trabajo se debe centrar en resolver los problemas derivados de éste y en trabajar la Psicoeducación con los padres y/o personas que tutelan al NAS para un buen manejo de sus emociones (reconocerlas, identificarlas y gestionarlas de manera más adaptativa).
Es labor de psicólogos, neurólogos, psiquiatras o pediatras debidamente cualificados detectar este rasgo en los menores y no confundirlo con un trastorno.
Los profesionales especializados debemos proteger a las familias de los NAS, así como alertar de diagnósticos erróneos: a veces son sólo etiquetas que pueden llegar a condicionar de forma muy negativa al pequeño y a todo el núcleo familiar.
Autora de este artículo: ©Mar Cano Montil. Psicóloga. Máster en Terapias Contextuales y de Tercera Generación: Mindfulness, CFT y Bienestar Emocional. Niñas y Niños Altamente Sensibles. Creadora del Programa PRINEP-M: «Programa de Inteligencia Emocional Plena adaptado a la Menopausia». Escritora a tiempo parcial (demasiado parcial ;)).
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